Lamentablemente la Dirección General establece las metas de formación a los centros de formación y/o regionales sin tener en cuenta la infraestructura, los talleres y en general la capacidad instruccional y administrativa de la Regional o del Centro, tampoco se tiene en cuenta la ubicación geográfica, la vocación de sus suelos, la productividad y la empleabilidad del área de incidencia de los mismos.
La decisión de Dirección General de imponer las metas a las regionales sin tener en cuenta muchas variables como las mencionadas anteriormente, desde su inicio van en contravía con la calidad que debe caracterizar nuestros procesos de formación, ya que buscan cada vez atender más personas a menos costo. Desafortunadamente nuestros aprendices hace muchos años dejaron de ser personas para convertirse en un número, agrupados en una ficha.
Los directores regionales y los subdirectores de centro para cumplir esas metas y quedar bien con la administración de turno, han venido implementando diferentes estrategias que a simple vistan reflejan mediocridad, mentira, engaño, carencia de calidad y sobre todo violación al estatuto de la formación profesional integral. Estas estrategias se copian o se acondicionan para ser implementadas de regional en regional, convirtiéndose en malas prácticas que todo mundo aplica porque lo importante es mostrar los números.