El artículo 122 de la Constitución Nacional determina “(…) No habrá empleo público que no tenga funciones detalladas en ley o reglamento (…)” pero las últimas administraciones en la entidad han hecho caso omiso de esta obligatoriedad, no se trata únicamente de publicar un manual de funciones en la página del SENA sino de asignar las funciones por escrito a cada uno de los trabajadores de acuerdo con su nivel jerárquico y área funcional, garantizando las condiciones para que las cumplan a cabalidad y así el trabajo no se convierta en una carga sino que le permita a cada funcionario crecer con la entidad. .
Sin embargo, en la actualidad los funcionarios se ven sometidos a otras realidades:
- Sobrecarga de actividades.
- Desconocimiento de las funciones porque la labor que realizan no es la que está consignada en el manual.
- Los compromisos funcionales consignados en la evaluación de desempeño difieren de lo que realmente hacen.
- No se respetan niveles jerárquicos para la asignación de funciones es así como los asistenciales hacen funciones de técnicos, los técnicos de profesionales y a los profesionales los relegan para justificar la contratación de personas con honorarios significativos a los que denominan líderes o gestores y terminan dándoles potestad para dirigir a los funcionarios de planta, relegarlos y hasta humillarlos.
Uno de los procesos estratégicos en la entidad es el Talento humano, pero para la actual administración más pareciera que es una “carga humana”, al parecer somos un lastre del que se quieren librar de la forma que sea, es así como siguen vulnerando nuestros derechos y ¡NO AGUANTAMOS MÁS!, incluso al interior de los grupos de talento humano la sobrecarga de funciones es desproporcionada y llegamos a extremos en que los funcionarios quieren renunciar o hasta atentar contra su vida, los anteriores son planteamientos permanentes de los compañeros asignados al desarrollo de estas funciones.
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