Respetado doctor Londoño, reciba nuestro cordial saludo.
Recibimos la noticia de su designación como director general del SENA a través de los medios de comunicación; como principal organización sindical de la entidad, le damos la bienvenida, al tiempo que deseamos que su administración fortalezca la entidad y garantice el derecho constitucional de los trabajadores colombianos a la formación ocupacional.
Nos satisface saber que usted reconoce el SENA como una entidad creada con el patrimonio de los trabajadores, porque surgió a partir de la cesión de una parte del salario social (1% del subsidio familiar en 1957) y a partir de mantener a toda costa el cumplimiento de su misión se ha constituido en la entidad más querida de los colombianos.
La imposición de economías de mercado que desconocen el elemento social en la sostenibilidad de la sociedad ha llevado a que el salario social representado en aportes parafiscales haya sido objeto de pauperización, y la forma de financiación del SENA no ha sido ajena a esta situación. A partir de la concepción de los parafiscales como «costos no salariales» y su supuesta correlación con la informalidad y el desempleo, se desmontó parcialmente en 2012 (Ley 1607 y posteriormente con la Ley 1819 de 2016) el esquema de financiación heredado del pacto social, pasando a una estructura mixta en la cual la mayor proporción de los ingresos de la entidad proviene de unos puntos en el impuesto de renta y complementarios de personas jurídicas (56% del total) y en menor medida de parafiscales sobrantes (30% del total de ingresos).