Los trabajadores del SENA, en su amplia mayoría, celebramos que por fin hayamos logrado la meta de llevar a la presidencia al candidato que esperamos se constituya en el primer gobierno alternativo de Colombia bajo la estrategia del Pacto Histórico, y nos disponemos para contribuir en todas aquellas iniciativas que busquen modificar el profundo sesgo neoliberal que han dominado las políticas públicas durante décadas y que dieron motivo a todo el episodio de estallido social en que nos vimos inmersos.
Como comunidad educativa organizada hemos insistido y alertado sobre la necesidad de corregir diversas prácticas de administración y decisiones que se toman en torno a la misión encomendada al SENA y que es pertinente considerar si nos aprestamos a transitar un nuevo estilo de gobierno que responda a las esperanzas de cambio depositadas.
En primer lugar, el SENA es la materialización de una de las más preciadas conquistas de la clase trabajadora de este país, fruto del pacto social adelantado durante el gobierno militar de los años 50 y que explica tanto la naturaleza, misión, composición, financiación y gobernanza tripartita de la institución, así como la férrea decisión de los trabajadores y comunidad de defenderla, desprivatizarla y conservarla como patrimonio de los trabajadores. Sus fuentes de financiación se constituyen en salario social de los trabajadores colombianos.
Pese a la enfática misión redactada[1], los anteriores gobiernos de derecha que están próximos a concluir, se han caracterizado por instrumentalizar el SENA para mostrar indicadores de cumplimiento de metas de educación superior que no pueden mostrarse desde las propias IES y universidades públicas, por la deficitaria financiación que a ello se destina y por los efectos mismos que la mercantilización de la educación tiene avocado hoy ese vital derecho ciudadano. Mostrar como educación superior los voluminosos cursos que son propios de la educación no formal, en la que se inscribe la formación profesional que imparte el SENA, además de demagógico es violatorio de la ley por el desvío de los recursos de destinación específica que impone la carta de navegación institucional.
Esa instrumentalización del SENA, pasa también por nombrar como director general a personajes cuyo único perfil es el de ser amigo del gobernante o haber transitado en ciertos cargos públicos, omitiendo el mérito, idoneidad, necesaria experticia en el sector educativo y dominios en gerencia pública, que le faciliten el conocimiento de una institución que siendo educativa es distinta de las instituciones de educación formal, por su naturaleza ocupacional, por la población a la que se debe, por su tamaño y presencia en casi todo el territorio nacional.
Para que esta institución pueda ser soporte real en las aspiraciones de cambio que reclama el país, es necesario despojarla de los apetitos burocráticos y clientelares que dominan el nombramiento del director general, así como el respeto y comprensión de su misión.
Si efectivamente se considera la educación como motor de cambio, es necesario empezar por evitar la desestructuración del sistema educativo que proponen los organismos multilaterales, en su lógica mercantil, la clasificación del servicio educativo en educación formal, no formal e informal tiene su sustento en las definiciones que quedaron registradas en la Ley General de la Educación; que el SENA haga parte del subsistema de educación no formal y no esté sujeta a niveles propedéuticos tiene que ver con su naturaleza ocupacional y población destinataria, también por ello su adscripción al ministerio del trabajo y no al ministerio de educación, así como su permanente recreación del mundo del trabajo y su proceso teórico práctico de la formación profesional integral que caracteriza sus programas formativos.
Estas definiciones a nuestro modo de ver resultan trascendentales en estos momentos en coherencia con el inicio de un gobierno alternativo que esperamos deslinde de las fórmulas aplicadas por los neoliberales.
SINDESENA JUNTA NACIONAL
Bogotá, 7 de julio de 2022
[1] Ley 119/94, Art 2, “El SENA está encargado de cumplir la función que le corresponde al Estado de invertir en el desarrollo social y técnico de los trabajadores colombianos, ofreciendo y ejecutando la formación profesional integral, para la incorporación y el desarrollo de las personas en actividades productivas que contribuyan al desarrollo social, económico y tecnológico del país.”