Como bien es sabido, la Dirección General del SENA actualmente está en crisis, evidenciando un desconocimiento y desgano por realmente familiarizarse con la misión y la trayectoria que ha tenido esta institución en sus 66 años, apuntando a la Formación profesional integral de los trabajadores del país, lo que ha hecho que de forma poco planeada se “ideen” programas y rutas de atención que desde hace mucho tiempo se vienen acogiendo dentro de su misión institucional. Esto ha hecho que se conformen nuevas metas de formación como por ejemplo las relacionadas con CampeSena y con el SENA Étnico, ambos sin presupuesto tangible en las regionales. Hoy su parsimonia en la gestión hace que el SENA esté colapsado a nivel nacional, ocurriendo demoras tan sencillas como por ejemplo en el aval de procesos que desde la regionales debe hacerse con prontitud. Esa crisis nacional descrita pareciera hacer eco en nuestros directivos regionales.
En el plano regional de Risaralda la apertura presupuestal inició en la actual vigencia con un rubro total de $34.665.537.775, con posteriores adiciones que registraron un total del rubro destinado a bienestar de funcionarios en 807 millones de pesos.
Hoy nos preguntamos como trabajadores ¿cuál ha sido la gestión de la dirección regional? Ejemplo de ello es lo que en pasados dos relacionamientos de este año se han comprometido con Sindesena, en aspectos como buscar la unidad de criterio de la Regional que incluye acciones similares en los tres centros de formación (caso programación de instructores), agilidad en la contratación y búsqueda de solución a la crisis del parque automotor y del transporte de aprendices a sus prácticas. Se habla de compromisos de gestión con otras Regionales en pro de esta Regional, los cuales aún no están materializados, donde al parecer no pasa de quedar solo en buenas intenciones.