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Diez semanas de cambio

Por octubre 19, 2022Noticias
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Por Julio César Londoño

En apenas diez semanas, el nuevo Gobierno ha hecho o planteado muchas cosas interesantes.

La paridad de género dejó de ser una promesa: la mitad de la bancada del Pacto Histórico y la mitad de los ministros son mujeres.

Por primera vez en la historia, tres indígenas ocupan altos cargos: la nasa Giovani Yule dirige la Unidad de Restitución de Tierras, la embera Patricia Tobón dirige la Unidad de Víctimas y la arhuaca Leonor Zalabata es nuestra embajadora en la ONU.

La reforma tributaria, el espinazo del “Gobierno del cambio”, avanza a buen paso en el Congreso y ha sido bien recibida fuera y dentro del país (con excepción de la ANDI). “Su balance y progresividad contribuirán a paliar las dramáticas desigualdades sociales de Colombia”, dijo la OCDE, que no es propiamente un organismo mamerto.

Aunque el discurso de Petro en la ONU fue objeto de las burlas de la oposición, lo cierto es que las ideas allí expuestas han tenido eco: sus propuestas en materia de energías responden frontalmente al dramático desafío que le plantea al mundo el cambio climático; salvo los gruñidos del sector carroñero, “la paz total” cuenta con amplio respaldo en Colombia y en el mundo, y la propuesta de encarar al narcotráfico de una manera internacional e integral, y no solo represiva ni local, fue respaldada por Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos.

La doctrina de seguridad humana remplazó al engendro de “la seguridad nacional”. Ahora, dice el presidente, “la seguridad se contará en vidas, no en muertos”.

Después de tres años de chupar “gaveta” en el escritorio de Duque, este Gobierno logró la ratificación en dos meses el Acuerdo de Escazú, una plataforma de información ambiental y medidas de protección de los ecosistemas y de los líderes ambientales.

El acuerdo del presidente con Fedegán para la compra de tres millones de hectáreas sepultó al fantasma de las expropiaciones, bandera de batalla de la oposición.

52 generales de la Policía, el Ejército y la Armada fueron llamados a calificar servicios. Fue un movimiento enérgico y preciso del presidente: es imposible construir la paz con sujetos que tienen mando de tropas y a la vez cuentas pendientes con la justicia.

Pero… las negociaciones con el Eln serán la prueba ácida del Gobierno. A diferencia de las Farc, el Eln carece de unidad de mando (es “federal”), nunca ha mostrado vocación de paz y tiene negocios demasiado atractivos: droga en el sur del país, minería ilegal en el Chocó y un surtido portafolio en la frontera con Venezuela: ganado, narcotráfico, alimentos, armas y gasolina. Controla decenas “aduanas” a este lado de la frontera y “alcabalas” al otro lado que recaudan miles de millones de pesos diariamente. No creo que sus comandantes cambien esta mina por una curul en el Senado. Sin embargo, el Gobierno confía en que el restablecimiento de las relaciones con Venezuela normalice el comercio legal y afecte el contrabando y las arcas de los bloques elenos que controlan la frontera. León Valencia calcula que el grueso del Eln negociará con el Gobierno y se desmovilizará. Sin “la marca Eln”, las disidencias perderán control territorial y peso militar y terminarán degradadas en bandas criminales, dice el analista.

P. S. 1. El logro más importante de Petro es la despolarización del país. Por primera vez en lo que va del siglo, el país experimenta una distensión política refrescante. Los acercamientos de Petro con Álvaro Uribe y José Félix Lafaurie, y sobre todo la construcción de un Gobierno y una bancada de unidad nacional, están produciendo el milagro.

P. S. 2. La originalidad y la pertinencia de sus ideas y el estilo de sus discursos perfilan a Petro como el primer líder de la región.

https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julio-cesar-londono/diez-semanas-de-cambio/

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