Una vez iniciado el gobierno alternativo del presidente Gustavo Petro, todos sabíamos que tenía varios obstáculos que resolver para poder generar unas mínimas garantías sociales, económicas y políticas en pro del conjunto de la sociedad colombiana y sobre todo con las capas subalternas menos favorecidas.
En este sentido, las apuestas iniciales tenían que ver con elementos cruciales para avanzar en la traviesa del Plan Nacional de Desarrollo y se avanzó con importantes logros en la reforma tributaria principalmente. Pero una vez se busca el paso de las reformas sociales y la política (ya retirada en el congreso), las élites colombianas inician la más feroz arremetida en contra de estos cambios que requiere el país, en los que se propende por dignificar la salud, quitarle el negocio a las EPS, devolverles derechos a los trabajadores y procurar garantías a los adultos mayores.
Es inocultable el accionar de los partidos tradicionales que hacían parte del gran acuerdo nacional, que empiezan a develar sus verdaderos intereses económicos y de clase para defender los intereses de los grandes emporios capitalistas y sectores gremiales que se ven afectados por los cambios que el conjunto del pueblo colombiano requiere.
Por su parte la misma senadora Clara López ha planteado en un artículo de prensa, donde dice que: “lo que existe por parte del empresariado y sectores económicos poderosos es una abierta confrontación de clases, solo el hecho de las declaraciones de Vargas Lleras es temerario para la clase trabajadora”.