Nuestra historia nos tiene hoy viviendo diversos acontecimientos que, siendo realistas, no nos encontrábamos lo suficientemente preparados para afrontar; sobrevivimos a una insospechada pandemia que cobró la vida a muchos de nuestros seres queridos, incluidos compañeros de trabajo, salimos bien librados de los efectos económicos que esa prolongada parálisis del aparato productivo indujo, mantuvimos viva, aunque en deplorable estado, la esperanza de formación para miles de aprendices, no caímos a mayores niveles de vulnerabilidad como tantos compatriotas, nos reconfortamos unos a otros de manera virtual, logramos sobreponernos al miedo y pánico propio de este tipo de tragedias sanitarias y pudimos ser parte actuante del movimiento social que reclamó inmediatas transformaciones, nos sumamos decididamente al propósito de obtener por primera vez, la presidencia y vicepresidencia para los candidatos que mejor representaron los intereses de los siempre ignorados colombianos, allí estamos hoy, lidiando con todos los obstáculos y celadas que una coalición con los sectores justamente responsables de la postración económica y social del país.
Como ciudadanos podríamos haber elegido la cómoda posición de espectadores de bulto, pero no, decidimos ser parte activa de los cambios que requiere Colombia, somos conscientes que éstos no se producen chasqueando los dedos y, menos tras décadas de incesante imposición de neoliberalismo en todas las actividades, así que ser partícipes de este momento histórico del país no nos hace vergonzantes, y se corresponde con el ideario gremial y político de la organización sindical que no ha cesado ni un instante en su empeño de defender el derecho a la formación profesional de la clase trabajadora, propósito que implica defender al SENA de todas aquellas prácticas clientelares y de corrupción que hoy se mimetizan tras distintos ropajes.
